jueves, 25 de noviembre de 2010

Los pilares de la tierra

A estas alturas pocas serán las personas que no hayan oído hablar de la famosa novela  histórica de Ken Follet, siendo su adaptación a la pequeña pantalla uno de los acontecimientos televisivos del año.


Poniendo como excusa la construcción de una catedral de estilo gótico en la Inglaterra del SXII, la novela y la serie retratan, además de la vida de todos aquéllos que intervinieron de un modo u otro en su construcción, la convulsa época vivida por ese país en ese periodo, así como el difícil equilibrio existente entre Iglesia y Estado.

Puede decirse, sin duda, que la serie es una fiel adaptación de la novela, lo que conlleva que tenga no sólo parte de sus virtudes sino también parte de sus defectos. Como principal defecto destacaría la falta de profundidad de muchos de sus personajes, en especial de aquéllos con los que deberíamos llegar a  identificarnos. Me refiero a los que se suponen son los buenos de la historia: Jack Jackson, Ellen o Aliena. Éstos últimos, personajes femeninos cuyas actitudes y comportamientos se asemejan más a mujeres del siglo XXI que a las de su época.

En cambio, los personajes más malvados de la historia, aún conservando este carácter, resultan atractivos, al intentar explicar el porqué de su conducta. Es el caso de William Hamleigh y la compleja relación con su madre, del obispo Waleran, convencido de que el fin para llegar a obtener el poder justifica sus acciones y de Matilde y Esteban, quienes, en especial éste último, se creen elegidos por Dios para gobernar el reino.

Frente a ellos, sólo puede hacerles sombra el personaje del prior Philip, único en el que observamos una auténtica evolución, pasando de ser alguien sumiso y obediente con las leyes de la iglesia a un reformador convencido. Es el gran protagonista de la historia y quien representa su esencia, el triunfo de la luz, de una nueva iglesia y una nueva sociedad, que tuvo su reflejo en el arte, mediante la aparición del luminoso estilo gótico.

Respecto de los actores subrayar, por encima de todas las demás, la antológica interpretación de Ian McShane como el obispo Waleran y la de Mathew
 McFadyen como el prior Philip. También son de destacar las actuaciones de Tony Curran encarnando al rey Esteban , de Rufus Sewell.en el papel de Tom Builder y de Sarah Parish como la malvada Regam Hamleigh. El resto del reparto formado por jóvenes actores, se mantienen en un nivel correcto pero sin llegar a deslumbrar, básicamente porque sus personajes aparecen algo más desdibujados que el resto.

En resumen, 
El mejor personaje: El obispo Waleran, cuando él está presente ensombrece a cualquiera que este a su lado.
El mejor episodio: Todos ellos tienen una calidad similar, sin embargo por su temática me gusta el cuarto capítulo que se centra en las luchas entre el Rey Esteban y la Reina Matilde y lo que están dispuestos a realizar para conseguir el poder.
La mejor escena: Hay varias para recordar, pero me encanta el momento del episodio sexto en el que el obispo Waleran, a punto de ser nombrado arzobispo de Canterbury, arroja al fuego los planos de su proyectada reforma del palacio obispal mientras afirma : "Canterbury es más bonita y está acabada".

El mejor descubrimiento: El actor británico David Oakes encarnando a William Hamleigh, el mejor de los actores más jovenes.
El peor personaje: Ellen, que ya  no me gustaba en la novela, tiene tanto odio dentro que desgrada.



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